Si en el primer tercio del S XIX Mariano José de Larra afirmaba que en España escribir es llorar, hoy casi dos siglos después se puede decir que todo lo relacionado con el mundo de la literatura y los libros sigue siendo motivo de llanto y si me apuran para hacer lo mismo que Larra aquella aciaga noche de febrero de 1837.
Desgraciadamente en nuestra actual sociedad nada ni nadie se preocupa por iniciar en algo "tan abridor de mentes" como es la lectura a nuestros niños desde su mas tierna infancia.
Para la primera labor, que tendrían que hacerla los padres, un mal concepto del tiempo o mas bien de no tener tiempo para algunas cosas, hace que sea muchísimo mas cómodo para los padres poner al pequeño delante de una pantalla a que vea dibujos, películas o videojuegos, en muchos casos de muy dudosa ideoneidad para su edad, y que como se dice "no haya niño", que por ejemplo leerles cuentos, porque al puñetero niño le gusta esto y después no para de pedirlo todos los días. Total que es mejor que se embobe delante de la pantallita y no moleste.
Afortunadamente, también hay que decir que hay padres, poquitos por cierto, que no hacen lo que la mayoría, y acostumbran a sus pequeños desde la cuna a dedicarles el tiempo suficiente para que se habituen a la lectura.
Después, cuando comienzan con las innumerables tareas que se consideran imprescindibles para su formación futura (cole, deberes, deportes, informática, consola etc.) se une el no hábito a la lectura a la falta de tiempo con tanto cosa "imprescindible".
Si a eso unimos que nuestras autoridades parece con su actitud que solo consideran lúdico-festivo fiestas primaverales o espumosas o algo "tan formativo" como los botellódromos y por eso no dudan en dedicar a estos eventos gran parte del presupuesto y personal, mientras para algo como la Feria del Libro, se racanee al máximo y con la excusa de la crisis no se le dedique ni una milésima parte que a lo otro, ni en presupuesto, ni en personal, ni en tiempo, ni en espacio, ni en cariño, que todo es necesario.
El resultado no puede ser nada mas que el que es, que por el lado de las autoridades puede ser que sea el que persiguen, una juventud alejada de la influencia de algo tan pernicioso como es la lectura, que hace pensar, cuestionarse cosas y huir del borreguismo. Este parece ser el objetivo principal de todo gobernante sea de la tendencia política que sea y que desgraciadamente funciona desde que los romanos lo inventaron con aquello de que al populacho pan y circo.
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